La UNDAV hacia el 24 de marzo

Avellaneda es un pañuelo

Viernes por la tarde en la localidad de Piñeyro del partido de Avellaneda. Cada recoveco del barrio nos habla de memoria, verdad y justicia.  Llegar desde la estación “Darío Santillán y Maximiliano Kosteki”, doblar por la calle Rosetti para contemplar los murales del “Paseo de las luchas populares” y caminar por la ribera hasta llegar Mario Bravo 1450 es la mejor forma de hacer el recorrido que anticipe lo que se va a vivir en una de las sedes de la Universidad Nacional de Avellaneda.
Cuando el Estado tomó la decisión de reemplazar por completo las históricas baldosas de la Plaza de Mayo, que llevaban pintados los históricos pañuelos de las Madres, desde la propia organización de Madres de Plaza de Mayo, se lanzó la campaña “Si tocan un pañuelo pintamos un millón” con el objetivo de inundar todos los rincones de pañuelos blancos.
Como parte de esa campaña y en el marco del cierre de la Semana de la Memoria, nos acercamos a la sede de Piñeyro de la UNDAV para participar del festival cultural y la pintada de aquel símbolo que forma parte de nuestra historia.
Estudiantes, docentes y no docentes colmaron la vereda de la calle Mario Bravo de pañuelos color blanco, que representan la resistencia y la lucha por la memoria, la verdad y la justicia.
Llegar al lugar es poder apreciar a un mar de espectadores que fotografían, preguntan acerca de la actividad y deciden participar y unirse a quienes en el suelo de la vereda, sostienen el esténcil y el aerosol mientras el blanco empieza a reinar sobre el cemento gris.



 “Es un hecho muy importante para la comunidad universitaria que termina movilizándonos a todos” relata Gianluca Garbarino Petrone, presidente de la Federación estudiantil, mientras observa la vereda que cada vez se llena más de pañuelos blancos.
Cae la tarde y la actividad llega a su fin. Hay un aplauso generalizado y un grito colectivo de “30.000 compañeros detenidos desaparecidos, presentes, ahora y siempre”. Comienza el festival cultural y con música de por medio, se termina la jornada.
“El pañuelo es un baluarte de lucha y sirve de ejemplo de que no hay que dejar las convicciones por más duro y complejo que sea el panorama” comenta Nahuel Sogos, estudiante de Gestión Cultural, quien formó parte de la actividad.
Ahora, quien camine por esa vereda o quien ingrese a la sede de la universidad, verá estampada aquella imagen, que en lugar de borrarse inundará todos los rincones.



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